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Economía Física enero 16, 2008

Posted by abaqueiro in economia-fisica.
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La existencia de la humanidad altera los principios del
ordenamiento de los mamíferos, pues ésta cambia su densidad
relativa potencial de población a voluntad, como ningún otro
mamífero puede hacerlo.

No obstante, el hecho es que el hombre, a pesar de su cuerpo
animal, no es en esencia un mamífero; el hombre transforma
su medio ambiente y la naturaleza de su comportamiento, como
ningún mamífero ordinario puede hacerlo.

Esa diferencia, como la definió el académico Vladimir I.
Vernadsky para la ciencia física, es ese potencial creativo
perfeccionable del ser humano individual que está ausente en
cualquier forma de vida inferior a la de la humanidad.

Vernadsky definió esta diferencia de manera científica, al
ubicar a la humanidad como un miembro del espacio-fase
conocida como la noosfera, en tanto que los mamíferos en
general son miembros de lo que se conoce como la biosfera.

La distinción estriba en esos poderes creativos específicos
de la mente humana ausentes en cualquier forma inferior de
vida. Estos cambios en las costumbres culturales y
relacionadas que son responsables del aumento o disminución
de la densidad relativa potencial de población de las
sociedades, actúan integralmente, en cuanto a unificar la
dinámica del proceso fisico-económico y social.

Al hombre, en tanto parte de la noosfera, lo definen
aquellos poderes de la mente humana individual que generan
los factores de cambio, resultado de los «descubrimientos» o
hechos afines que realiza dicha mente. Estos descubrimientos
no son fortuitos, sino que se limitan a los principios
físicos universales, tal como el descubrimiento único
original del principio de la gravitación.

El fruto de estos poderes, que nunca se encuentran en animal
alguno, es lo que le ha permitido a la especie humana
alcanzar una población de cerca de seis mil millones de
personas.

No sólo es esencial que la sociedad mantenga su progreso en
cuanto a que siga descubriendo principios físicos
fundamentales, sino que para disfrutar los beneficios de
tales descubrimientos, es necesario un aumento de la
densidad relativa potencial de población de la especie
humana.

Darle marcha atrás al progreso de un uso relativamente
intensivo de capital que impulsa la ciencia, tiene un efecto
destructivo en la salud mental relativa tanto del miembro
individual como de la sociedad entera. Lo peor es que
nuestra población actual tiene menos capacidad de pensar con
seriedad y, de conformidad con esa norma, su educación es
mucho más pobre que en la época de los 60. La consecuencia
de dicha decadencia es invariablemente, un aumento
correspondiente de la fealdad en el alma del miembro típico
de la sociedad.